En diciembre de 1987, Kinsey Millhone atraviesa una epoca de calma y poco trabajo. Tiene entre manos un caso en principio bastante rutinario: una colision entre dos vehiculos, que ha de investigar para el abogado Lowell Effinger. Sin embargo, a medida que profundiza en el caso, empieza a sospechar que no todos los implicados, incluidos los testigos, son lo que parecen. Ademas, la tranquilidad de Kinsey se ve perturbada cuando Gus Vronsky, un vecino que no se distingue precisamente por su amabilidad ni su buen humor, sufre una caida y no puede valerse por si mismo; contrata entonces a Solana Rojas, una enfermera que habra de cuidarlo y tras cuya aparicion Gus parece ir de mal en peor. Para colmo, Henry, el octogenario casero de Kinsey, se echa novia e insiste en que la detective le de su opinion. Inmersa de pronto en todos estos asuntos que no le daran respiro, Kinsey se vera obligada a agudizar su olfato de investigadora, pues tendra que lidiar con peligrosos sociopatas, con desaprensivos inquilinos y caseros y con ciudadanos aparentemente honestos que, de una manera u otra, hacen trampa. En las diecinueve novelas que hasta el momento componian la serie policiaca el Alfabeto del Crimen, Sue Grafton ha explorado sin cesar nuevos territorios, nuevas tecnicas narrativas, nuevos personajes, ampliando los limites del genero de la novela de misterio y, a la vez, rindiendo homenaje a sus reglas. Los resultados son siempre fascinantes y sorprendentes. Y T de trampa, su vigesima novela, no es una excepcion. / In what may be her most unsettling novel to date, Sue Grafton's T is for Trespass is also her most direct confrontation with the forces of evil. Beginning slowly with the day-to-day life of a private eye, Grafton suddenly shifts from the voice of Kinsey Millhone to that of Solana Rojas, introducing readers to a chilling sociopath. Rojas is not her birth name. It is an identity she cunningly stole, an identity that gives her access to private caregiving jobs. The true horror of the novel builds with excruciating tension as the reader foresees the awfulness that lies ahead. The suspense lies in whether Millhone will realize what is happening in time to intervene. Though set in the late eighties, T is for Trespass could not be more topical: identity theft; elder abuse; betrayal of trust; the breakdown in the institutions charged with caring for the weak and the dependent. It reveals a terrifying but all-too-real rip in the social fabric. Once again, Grafton opens up new territory with startling results.